Se dispara el 45

Estoy por cumplir 45.
Lo que calzo.
El revólver que siempre jugué a usar, el que portaba el héroe, vaquero o espía.
El año del 17 de octubre. El fin de una gran guerra.

La parada a mitad de camino de un ángulo de 90°. La bisectriz.
La ilusión de estar en mitad de la vida; la serenidad de no saberlo a ciencia cierta.
Hace 45,
los Beatles, el hombre en la Luna, el año del vicio, tiempos agogó, yo...



Demasiado joven para ser viejo,
demasiado viejo para ser joven.

No me gusta ninguna mesa: en la de los adultos política, coches, guita, fútbol, estrellas del bailando; en la de los pendejos... mirar el celular. 
En un punto volví a la incomodidad de los 12.

Creo que estoy bien para mi edad,
aunque me gustaría estar bien, a secas.

Sigo sin usar lentes.
Sigo sin ir a hacerme chequeos.
Que alguien me diga si este pelo largo me hace ver ridículo,
pero que me lo diga con tacto.

Tengo un montón de experiencia,
la que no tuve cuando me hubiera sido indispensable.
En cambio tengo un arsenal de pensamientos, como para poder quedarme a solas con ellos.
El problema es que muchas de mis ideas,
son a 45 revoluciones por minuto.


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