La era de la boludez, Volúmen I (una mirada a los medios)

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Cuando terminó el gobierno kirchnerista me quedé caliente por lo que no se había hecho en materia de medios, siendo que se había conseguido el valioso instrumento de la ley 26.522. Por suerte el periodismo me obliga a leer la realidad todos los días y a revisar mis posturas. Visto ahora, con la perspectiva que da el tiempo, y elevando el punto de visión, para considerar también el panorama mundial, creo que la ley -aunque ahora letra muerta- sirvió.
  La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sirvió, de mínima, para instalar socialmente la necesidad de una comunicación plural. El proceso de discusiones a nivel federal que precedió a la sanción de la norma en 2009, hizo visible un mercado de medios concentrado que tenía secuestrado el acceso a la verdad, incluyendo a la prensa escrita y el tema Papel Prensa, que por naturaleza quedó fuera de la ley.
  Otro lectura posible habla de cierta ingenuidad de nuestra parte. Porque el poder mediático es el poder real, el poder económico incluye el poder mediático. Usando instrumentos del marxismo, en las sociedades hay estructuras económicas de base que determinan el andamiaje legal y cultural que se armará por encima para validarlas, la superestructura. La sacralización de la propiedad privada vino a legislar luego de una apropiación ya consumada. Pretender que una ley, por sí misma, venga a traer una democracia económica, un cambio radical en ese andamiaje, es desconocer la dimensión de la batalla que se pretende librar. Clarín es tramposo, sí, pero su red de trampas fue tejida sucesivamente por todos los gobiernos democráticos que siguieron a la dictadura militar, acaso con la excepción voluntarista de Alfonsín.
  El talón de Aquiles de la ley fue -paradójicamente- su comunicación. La Nota 1 del artículo 1 de la ley explica perfectamente el contexto mundial de la discusión, sus antecedentes planetarios. Pero acá se la circunscribió a Clarín; entonces Clarín, con su poder de incidencia en el sentido común, respondió con todos los medios a su alcance. Cuando llegaron estos mierdas, voltearon la Ley de medios sin obstáculos. Y de esa falta de resistencia sí hay que hacerse cargo, sea desde lo que fuera el oficialismo como de quienes constituyeron la Coalición para una Comunicación Democrática.

   El problema central día a día va dejando de ser vivir en una sociedad mal informada para ser vivir en una sociedad no informada. La gente no cree en los medios, como lo demuestra una encuesta de Pew Research Center conocida en estos días. No llegan al 37%  los que creen que los medios de comunicación están haciendo bien su trabajo, informando de lo que tienen que informar y haciéndolo con alguna imparcialidad. Posiblemente, en Argentina ese porcentaje de conformes se corresponderá con los regurgitadores del "se robaron todo", parte de la base electoral del bobo y su pandilla de chorizos. ¿Y los demás? Creo que los demás nos hemos vuelto cazadores recolectores de noticias, metidos en el barro de las redes sociales, donde destacan las noticias falsas, las que vienen a corroborar lo que ya pensamos y las destinadas al impacto, aunque carezcan de importancia, noticias que compartimos para que las vean siempre los mismos.
  Fuera de las redes somos parias escarbando entre los restos de la destrucción. Lo vamos a buscar a Victor Hugo a la 750, visitamos alguna FM local, algún portal, nos castigamos con C5N por el sólo hecho de que ahí quedó algún olor de otros tiempos, en una señal que apenas se distingue en agenda y tratamiento de TN y otras. Pero nuestra cabeza así no evoluciona, ajena a la diversidad de noticias que andan por el mundo y sería importante considerar. Y es posible que cadenas como la DW y RT nos digan más sobre la Argentina que los propios medios de acá. Al menos si tomo como referencia un día concreto en que en C5 se pasaron media hora hablando de un tarado porteño que se sacó con una grúa que tenía en la puerta. Me fui a la Deustsche Welle y me enteré del quilombo con Facebook y la consultora Cambridge Analytica.

  Sepámoslo, nos están cocinando en nuestro propio entretenimiento, nos van a matar de tan entretenidos, nos van a sumir en la ignorancia más supina acerca de lo que ocurre en nuestro entorno. Los medios hegemónicos no sólo están destruyendo (habiéndose cargado la ley) las producciones locales, sino que cada día más se enfocan en la convergencia tecnológica, una serie de tretas para quedarse con todos los contenidos y con todos los canales de distribución, incluyendo los satélites arsat que pusimos en el espacio. Mientras nosotros nos concentramos en las series, ellos se concentran en quedarse con el juego de apartarnos de la cosa pública. Porque nos engañamos si creemos que toda la sociedad está pendiente de lo que pasa y sufriendo este sistema. Eso somos nosotros y una veintena de contactos que vemos en forma constante. La enorme mayoría no sale de la pelotudez.

¿Qué hacemos? va siendo hora de ponernos creativos.

continuará....

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me ajusto totalmente a tus palabras!